Una breve visita guiada para conocer los lugares más importantes del pueblo.
Más informaciónArnaldo de Villanueva - Arnau de Vilanova (1240-1311) Gran médico y Humanista.
Más informaciónFray Bartolomé Anento y Peligero (1646-1679). Maestro mercedario y profesor de la Universidad de Salamanca.
Más informaciónVillanueva de Jiloca es un punto de encuentro de las sendas que unen las provincias de Zaragoza y Teruel.
Más informaciónVillanueva de Jiloca pertenece a la provincia de Zaragoza, distando 88 Km de la capital y escasos 5 Km del límite con la provincia de Teruel. El pueblo se asienta a 790 m de altitud y comprende unos 8 Km2 de extensión. Aparece camuflado entre pequeñas y agrestes colinas de monte bajo salpicadas de pinares, choperas y viñedos. Actualmente tiene una población de 65 habitantes y durante los meses estivales su población ronda los 120. Los habitantes de Villanueva de Jiloca reciben el nombre de "villanovanos". Se comunica con Zaragoza a través de la autovía mudéjar A-23 en dirección Teruel hasta la salida de Daroca. Luego tomar la carretera A-1506 hasta Daroca y la carretera nacional N-330 hasta Villanueva de Jiloca.
En cuanto a servicios, actualmente no existe ningún establecimiento que ofrezca alojamiento ni restauración. Existe un único bar, situado en la Plaza Mayor, cuyo horario de apertura es variable pero de ambiente agradable. La cata de los caldos locales acompañados por un sencillo aperitivo agradarán, a buen seguro, el paladar de los visitantes. En este bar encontraremos además un teléfono público y servicios. De momento no hay ningún comercio ni tienda abiertos al público. El Ayuntamiento de Villanueva de Jiloca se encuentra en la Plaza del Marqués Montemuzo (Plaza Mayor). En él tienen lugar los plenos y la gestión de los asuntos municipales. En este edificio se encuentran los archivos municipales y antaño albergaba la escuela de Villanueva de Jiloca. Adosado al edificio hallaremos un buzón de Correos. Además en el mismo edificio podremos encontrar el tablón de anuncios que comunica las noticias y asuntos de interés común para los habitantes.
La fiesta patronal de mayor importancia tiene lugar el primer fin de semana de agosto. Se celebra en conmemoración de la Virgen del Rosario, patrona de la villa. Durante cuatro días se desarrollan conciertos musicales, actividades para personas de todas las edades y banquetes populares. Todos los visitantes están invitados a participar activamente tanto en la organización como en el desarrollo de las fiestas.Ésta y otras festividades de Villanueva de Jiloca están íntimamente ligadas a la celebración de la recogida de las cosechas y al profundo espíritu religioso de sus habitantes. Son destacables también las procesiones que se realizan en conmemoración de la virgen del Rosario y las propias de la Semana Santa.
Los restos más antiguos de la presencia humana en la comarca del Jiloca se remontan al periodo Paleolítico Inferior, con importantes talleres de piezas de sílex localizados a lo largo de las terrazas del río, sobre todo en los alrededores de Montón y Villafeliche. Los asentamientos continuaron apareciendo durante el Neolítico, como demuestran hachas pulimentadas y otras piezas aparecidas en las localidades de Torre los Negros, Cucalón y Navarrete. La edad de los Metales ofrece los primeros poblados que datan de la edad de Bronce, pequeños asentamientos en lo alto de las colinas como los hallados en los términos de Daroca, Lechón, Báguena, Torralba de los Frailes, Villanueva de Jiloca o San Martín del Río. Son yacimientos muy pobres en materiales cerámicos y con una ausencia casi total de metálicos. Además la mayor parte éstos están muy erosionados. Algunos de estos poblados de la edad de Bronce se mantuvieron durante la edad de Hierro. De esta época, entre los siglos XII y IV a.C., se han localizados varios poblados en Villahermosa, Lechago, Daroca y Torralba de los Sisones, con restos cerámicos y alguna necrópolis formadas por conjuntos de urnas.
A mediados del primer milenio antes de Cristo cristaliza la cultura celtíbera en las tierras del Jiloca. Tradicionalmente se ha considerado esta cultura como una mezcla de celtas e iberos, aunque los más recientes trabajos demuestran que estos asentamientos situados en el sistema ibérico, eran poblados por gentes de cultura predominantemente celta pero con un importante influjo ibérico, procedente de las zonas costeras mediterráneas. Los íberos fueron a su vez influenciados por las colonizaciones fenicias y griegas procedentes del levante Mediterráneo. Aunque las fuentes clásicas no son concretas, predomina la idea de que fue la tribu celtíbera de los Bellos la que se asentó en el valle medio y alto del Jiloca. Estas gentes habitaban en poblados, situados preferentemente en cerros elevados. Encontramos muestras a lo largo del curso del Jiloca y en los campos de Romanos y de Bello. En cuanto a la organización de estos asentamientos se sitúan como ciudades-estado autárquicas, como la localizada en el yacimiento de La Caridad de Caminreal. Los poblados se extienden por el curso del Jiloca y alrededores de la laguna de Gallocanta. Estas pequeñas zonas gozaban de riqueza agrícola gracias a la proximidad y abundancia de agua. Algunos de estos asentamientos conservan todavía sus recintos rodeados por muros de escasa altura, construidos con sillares ciclópeos. Ha sido excavado el situado en Berrueco; donde se ha puesto de relieve un urbanismo configurado por casas cuadrangulares en torno a una calle central que vertebra el conjunto. Otros ejemplos conservados son el torreón de Anento y las murallas de Pardos.
Las tierras del Jiloca fueron ocupadas por Roma en el siglo II antes de Cristo, durante las Guerras Celtibéricas. La mayor parte de los poblados celtibéricos quedaron abandonados y un nuevo modelo de asentamiento se impuso en toda la Celtiberia. En esta comarcas, las fuentes de época romana citan varias ciudades, alguna de las cuales se ha identificado sin ningún criterio con Daroca. Agiria era una mansión romana en la vía que unía Laminium (en la provincia de Albacete) con Zaragoza (Caesaraugusta). Esta vía descendía por el valle del Jiloca y desde Calamocha pasaba al valle del Huerva. La ciudad más importante que se ha localizado, y excavado, hasta la fecha es la ubicada en el cerro de San Esteban, sobre la localidad actual de El Poyo del Cid. Se trata de una ciudad romana de más de diez hectáreas con doble cinturón de murallas que corresponde a la ciudad de Leónica, citada en los itinerarios romanos.
Cuando llegaron los musulmanes al valle del Ebro las viejas ciudades iberorromanas del valle del Jiloca ya no existían. Quedaban algunas poblaciones pero ningún centro urbano de importancia. Para acabar con esta situación, los musulmanes fundaron Daroca en la segunda mitad del siglo VIII. En el lugar donde hoy está el castillo Mayor se construyó una fortaleza y al abrigo de sus pies se formó un núcleo urbano que recibió el nombre Daruqa. La primera mención documental de la ciudad data del año 837; aparece como ciudad de cierta importancia en el norte de al-Andalus, donde se había instalado la familia de los Banu al-Muhayir, que pertenecían a la tribu de los tuyibíes, o árabes del sur, procedentes del Yemen. El gobierno de Daroca, tras un breve paréntesis en que gobernaron los Banu Qasi, una familia de muladíes originarios del valle medio del Ebro, se siguió sucediendo de padres a hijos dentro de la familia de los tuyibíes y sus miembros fueron leales al poder cordobés durante los siglos IX y X. En el año 1018 todo el territorio quedó sometido al poder de los nuevos reyes de la taifa independiente de Zaragoza; y dentro del reino de Zaragoza permaneció hasta que en 1120 fue conquistado por Alfonso I e incorporado al reino de Aragón.
Alfonso I, rey de Aragón, derrotó a los almorávides de Cutanda el 17 de junio de 1120 y la victoria en esa batalla supuso la incorporación de todo el valle del Jiloca al reino de Aragón. En los años siguientes se fortificó Daroca, se instaló una Orden militar en Monreal del Campo y se inició la repoblación. Durante 1142, para asegurar la repoblación de estos territorios de frontera, se concedió un fuero a Daroca en el que se incluían amplísimos términos a los que se otorgaban un conjunto de derechos, libertades y privilegios desconocidos en la Europa feudal. La promulgación del fuero de Daroca que otorgaba iguales condiciones a cristianos, musulmanes y judíos, se constituyó como instrumento clave para la atracción de pobladores y convirtió a Daroca en cabeza de un amplio territorio sobre el cual actuaría como una auténtica "señora feudal", con plena jurisdicción sobre las aldeas colindantes. El dominio de Daroca sobre las aldeas fue de tipo jurídico-político. Daroca impuso la fiscalidad y la justicia, pero las aldeas no tardaron en promover acciones para zafarse del poder que los oficiales del concejo de Daroca ejercían sobre las aldeas.
En 1248, las aldeas de Daroca se constituyeron en Comunidad por privilegio del rey Jaime I. Daroca quedó excluida de la Comunidad, aunque siguió manteniendo una importante relación con sus aldeas. Las aldeas de la Comunidad de Daroca pasaban a administrar sus intereses de forma autónoma, estableciendo sus propias ordenanzas. Surgía de este modo una nueva dialéctica entre la villa de Daroca y sus aldeas. El territorio de la Comunidad tiene como base el fuero concedido a Daroca en 1142, aunque no coinciden miméticamente. La Comunidad de Daroca no permaneció inalterable desde su formación hasta su desaparición, sino que fue incorporando en distintas fechas sucesivos territorios. La Comunidad estableció sus propios órganos de gobierno, con sus oficiales (escribano, procurador y sesmeros), que se reunían en plegas; e incluso consiguió representación en las Cortes del reino. Además de la Comunidad como gran unidad que englobaba a las aldeas, surgió la sesma como entidad administrativa menor, intermedia entre la comunidad y la aldea. La Comunidad de Daroca se dividió desde mediados del siglo XIII en cinco sesmas (Trasierra, Río de Jiloca, Campo de Langa, Río de Barrachina y Campo de Gallocanta), a las que a comienzos del siglo XVI se sumó una sexta (Honor de Huesa). Este modelo se mantendrá, con algunas variantes, hasta principios del siglo XIX.
Cuando en 1492 fueron expulsados los judíos, la Comunidad de aldeas de Daroca no sufrieron apenas ningún quebranto, pues eran muy pocos los que se quedaron tras las presiones que habían sufrido desde finales del siglo XIV. No obstante el siglo XVI fue de uno de los más prósperos. La mayor parte de los pueblos del Jiloca disfrutaron de una cierta bonanza económica. Quizás esa riqueza fue lo que permitió a la Comunidad adquirir la Honor de Huesa, a la que se incorporó en el año 1500. En 1526 la conversión de los moriscos supuso la desaparición de las comunidades mudéjares del Jiloca, pero de manera críptica mantuvieron su religión hasta que fueron definitivamente expulsados en 1610. Algunas actividades económicas, como la agricultura y la alfarería, sufrieron un gran descalabro y en muchos lugares se recurrió a la repoblación con catalanes e incluso franceses.
La comarca del Jiloca no sufrió de manera tan acusada la decadencia general que asoló la España del siglo XVII. Pero no se supieron aprovechar las buenas condiciones del siglo anterior. Tanto la industria como la ganadería sufrieron un retroceso que se manifiesta en la degradación de las artesanías, el mal estado de los campos y el abandono de algunos pastos y montes, degradación del paisaje y la pérdida de bosques, que dejará importantes secuelas con la pérdida de la cobertura vegetal. Pese a ello, algunos cultivos adquirirán una gran importancia, como sobre todo el lino, que convertirá a la ciudad de Daroca en uno de los mercados más importantes de este producto en toda la España del siglo XVII. La primera mitad del siglo XVII mantuvo el desarrollo demográfico y en cierto modo económico del siglo anterior, pero a partir de 1650 la crisis se cebó en la comarca del Jiloca. Las malas cosechas, la peste y las convulsiones de la segunda mitad del siglo XVII provocaron un descenso de la población en toda la comarca. Anclada en unas estructuras económicas caducas, la debilidad demográfica se convertiría desde entonces en una dificultad insalvable.
El siglo XVIII se inició en la Comunidad de Daroca con el enfrentamiento civil en la Guerra de Sucesión. Desde 1701, esta comarca fluctuó entre la fidelidad a los Austrias y a los Borbones. En 1706 se libro una batalla cerca de Calamocha en la que vencieron las tropas proaustrias, pese a que posteriormente toda la comarca cayó en poder de los partidarios de la casa de Borbón. El triunfo de Felipe V supuso el final de seiscientos años de autonomía municipal para Daroca y para su Comunidad de aldeas. Los cargos más decisivos serían desde entonces nombrados por el rey. Esta centralización administrativa produjo más inconvenientes que ventajas. Durante este periodo aumentó notablemente el número de clérigos. En Daroca constituían casi una décima parte de la población, lo que suponía la necesidad de numerosas rentas para el mantenimiento de los clérigos y de sus edificios. Durante la primera parte del siglo XVIII se atisbó un cierto desarrollo económico, pero en la segunda mitad la economía cayó en uno de los baches más profundos de su historia, hundida por el anquilosamiento del comercio.
El siglo XIX comenzó con otra guerra, la de la Independencia. Los franceses entraron en Daroca el 25 de junio de 1808, regresando varias veces y causando algunos daños en la población. Pese a ello, la rebeldía de la comarca no se podía sofocar y tuvieron que instalar una guarnición permanente en Daroca que durante cuatro años impuso una administración al servicio de los intereses franceses. Por fin, la comarca quedó liberada en 1813. La primera guerra carlista desarrolló en la comarca alguna de sus acciones más importantes, siendo escenario de las acciones del general Cabrera, el más notable de los generales carlistas. Desde principio del siglo XII toda la comarca había estado unida administrativamente por el fuero de Daroca y desde 1254 por la Comunidad de aldeas. Pero en 1833 se creó la división provincial y en 1838 se suprimió la Comunidad. La antigua unidad quedó ahora dividida y adscrita a dos de las tres nuevas provincias en que se dividió el viejo reino de Aragón. La mitad norte quedó en la de Zaragoza, con capital en Daroca, y la sur en la de Teruel, con centro en Calamocha. Una cierta mejora económica se fraguó gracias a las industrias creadas en torno a la agricultura, y al despegue del comercio con las revitalizadas ferias, que tras el letargo de los siglos XVII y XVIII volvieron a reunir en Daroca a varios miles de personas. La buena coyuntura económica del siglo XIX continuó en el siglo XX con la inauguración del ferrocarril Valencia-Calatayud, que articulaba todo el valle del Jiloca, y que fue un hito más en el desarrollo agrícola y comercial que propició el establecimiento de pequeñas fábricas y prósperos comercios. Surgió con ello una nueva clase obrera cuyos miembros se afiliaron mayoritariamente a los nacientes sindicatos de clase y frente a ellos los patronos endurecieron sus posturas, surgiendo así algunos conflictos.
El golpe de Estado triunfó en toda la comarca, y todos los ayuntamientos cayeron en manos de los sublevados. La represión que siguió dejó totalmente sometida a la comarca a los rebeldes y así quedó la situación hasta el final de la Guerra Civil. Sin equipamientos industriales modernos, relegada a un segundo plano en el trazado de las grandes vías de comunicación, y con una estructura política caciquil apoyada por el régimen franquista, la comarca del Jiloca entró en una fase de decadencia económica y demográfica que se aceleró a partir de 1960.
Entre 1960 y 1995 la comarca ha perdido dos terceras partes de su habitantes, y con una población muy envejecida, la mitad de los pueblos están condenados a desaparecer en un plazo de veinte años. Sólo el desarrollo rural integrado, la promoción del potencial turístico de la comarca y la radicación de algunas industrias en Daroca y Calamocha pueden hacer variar los negros vaticinios que ahora caen sobre la comarca.
Actualmente no hay ninguna línea de tren con parada programada en Villanueva de Jiloca. Las poblaciones más cercanas a las que podemos llegar en tren son Calamocha, Villadoz y Badules. Desde estas localidades se puede llegar a Villanueva en autobús. La única línea de autobuses que tienen parada en Villanueva de Jiloca es la Zaragoza-Teruel. La parada de autobús de Villanueva de Jiloca se encuentra en la parte alta del pueblo, donde encontraremos los dos apeaderos en la carretera N-234. En coche se puede llegar tomando la salida de la carretera nacional N-234 en Villanueva de Jiloca, continuando por la carretera que atraviesa el pueblo. Dejando atrás las vías y los apeaderos del tren, seguiremos hasta la Plaza Mayor (Plaza de Marqués de Montemuzo).
El atractivo de esta villa reside en su aspecto peculiarmente rural y mudéjar con calles estrechas e inclinadas. La visita comienza desde la Plaza Mayor (Plaza de Marqués de Montemuzo). En el centro de esta plaza encontraremos una placa conmemorativa de Arnaldo de Villanueva, un importante médico del siglo XIII oriundo de Villanueva de Jiloca. Frente a la placa encontramos el edificio que alberga el Ayuntamiento, de estilo neomudéjar, fortificado con rejas y piedra de sillería. El Ayuntamiento es el único edificio oficial de Villanueva de Jiloca. Hasta el año 2004, en la plaza también podíamos encontrar los restos de una antigua olma. Este, en un día espléndido, árbol estuvo ligado a la historia del pueblo durante más de doscientos años. Debido a una enfermedad tuvo que ser talada, conservándose parte del tronco y ramaje durante los últimos años. Finalmente los restos de esta olma fueron totalmente amputados de la Plaza Mayor de Villanueva de Jiloca en el año 2004 por peligro de que provocasen un accidente en caso de desplome. El origen del nombre de la mayoría de las calles de Villanueva de Jiloca está ligado a un trágico suceso de su historia reciente. En 1901 el pueblo fue asolado por una gran tormenta. Lluvias y riadas destruyeron muchas de las calles que hoy componen el pueblo. Los nombres actuales de estas calles corresponden con las entidades que donaron dinero para las reparaciones. Más información en la sección "Las calles" de esta web.
Situándonos de espaldas al Ayuntamiento, tomaremos la primera calle a la derecha. Entraremos por la calle Diario de Avisos. Esta calle recibe el nombre del periódico de Zaragoza que subvencionó la reconstrucción tras el desastre. Continuaremos hasta llegar a una calle casi impracticable, llegamos a la calle del Castillo. A lo largo de la subida, podremos contemplar unos enormes portones de madera que albergaban el matadero de ganado. Subiremos esta calle hasta llegar a la parte alta del pueblo, donde descubriremos el contraste de las antiguas bodegas subterráneas con las casas de nueva construcción. Las bodegas eran utilizadas como despensa y para almacenar el vino. Muy pocas de estas bodegas pueden visitarse por riesgo de derrumbamiento. Continuando la subida a mano derecha por varias pendientes, llegamos a la zona de los depósitos de agua, desde donde contemplaremos una magnífica panorámica de Villanueva de Jiloca, la iglesia, ermita, casas, viñedos, bodegas... A partir de este lugar comenzará el descenso, de nuevo, hacia la Plaza Mayor. Podremos bajar por cualquiera de las tres calles que nos llevan hacia ella. De nuevo en la Plaza Mayor, y esta vez situándonos frente al Ayuntamiento, tomaremos la calle que baja por nuestra derecha. Recorriéndola, encontraremos un ejemplo de la típica casona aragonesa. La puerta se ciñe con un arco de medio punto de robustas piedras y unos pequeños balcones decoran la fachada.
Continuando el descenso por esta calle y tomando el primer desvío a la derecha se encuentra el antiguo molino. Este lugar albergaba el primer generador de energía eléctrica para Villanueva de Jiloca. Fue construido para la fábrica de harinas localizada en Daroca y posteriormente se instaló la línea de corriente para Villanueva. El edificio y el generador están pendientes de reconstrucción y en mal estado de conservación. Al final de esta calle descubrimos entre la maleza la ermita de la Virgen del Rosario. Esta ermita destella signos del mudéjar aragonés que tantas huellas dejó a lo largo de la rivera del Jiloca. Es de pequeño tamaño y tejado a dos aguas rematado con un pequeño campanario típicamente mudéjar. La fachada aparece decorada con un vano polilobulado y un portón de madera y forja. En las inmediaciones se halla una gran chopera, numerosas huertas, campos de frutales, acequias y la denominada rambla de la Virgen. La ermita se encuentra en estado de ruina, por lo que no es aconsejable visitarla. Retornando por la misma calle, continuaremos hasta encontrar la casa de los Abad de Bernabé, una de las casas con mayor solera de Villanueva de Jiloca. La casa de los Abad de Bernabé tiene dos pórticos de ladrillo formados por arco de medio punto y una ventana con reja entre ambas. En la segunda planta hallamos tres balcones y el escudo de armas que preside la portada más grande. En la tercera planta encontramos cuatro ventanas y un sencillo alero de madera a modo de remate. Son muy interesantes por su antigüedad y composición los forjados que protegen las ventanas. "Es probable que en esta casa residiera Malo de Bernabé (Fray Antonio de la Asunción). Según cuentan las crónicas populares, nació en Villanueva de Giloca (actualmente Jiloca) en 1670 en el seno de una familia ilustre descrita por Zurita en sus Anal., p. 2, lib. 9, cap. 44, páginas 318, col. 3 y otros tomos. A los 19 años de edad recibió el hábito del Carmen y fue reformado en el Convento de San José de Zaragoza en el año 1689, donde también ejerció como profesor. Fue Prior de varios conventos: Provincial, Definidor general y General de su Congregación. Murió en el referido Convento de Zaragoza en el año 1756, a los 86 años de edad. De entre sus obras destacamos la Carta pastoral a los religiosos de la Congregación de España del Carmen Descalzo, que se divulgó por todo su generalato. Fue elogiado como un gran autor y en el mismo Convento se conservan a los pies de su retrato de cuerpo entero, parte de sus crónicas además de un claustro con su nombre".
Retornando por la misma calle continuaremos en línea recta hasta toparnos con la iglesia parroquial de San Gil de estilo mudéjar. Formada por techumbre a dos aguas, un pequeño ábside y un ajustado cimborrio de dos cuerpos decorados con arquillos ciegos. Consta además de un robusto campanario, rematado con otro de menor tamaño. La sobria fachada muestra un enorme arco de medio punto decorado con motivos geométricos, además de un enorme portón de madera. Flanqueando el portón encontramos adosado un arquitrabe decorativo con remates mudéjares de gran belleza. Encima de este conjunto hallamos cuatro vanos circulares, tres de ellos acristalados y el restante de muy pequeño tamaño. En la parte superior de la fachada se encuentra el típico remate mudéjar a base de ladrillos en disposición geométrica. El conjunto destaca por su sobriedad y clasicismo. Es posible visitar el interior únicamente durante las misas. Adosada a la iglesia hallamos la casa del Párroco, la antigua residencia del clérigo local, edificada sobre el primer cementerio de la villa. Bordeando este conjunto aparece un pequeño callejón, estrecho pero de enorme belleza y peculiaridad, es la calle Diecinueve de Agosto. Una vez rodeado este callejón, retomaremos la calle principal. Continuando hacia la salida del pueblo, descenderemos hacia las vías del tren y los dos apeaderos. Existe un edificio de gran tamaño y otro más pequeño. El de mayor tamaño está construido con sillares tallados a mano y ventanas de madera. El apeadero de menor tamaño se encuentra en pésimo estado de conservación. Los apeaderos fueron utilizados por la línea férrea que unía Teruel y Zaragoza. Podrás encontrar más información sobre la antigua línea férrea en la página sobre la línea férrea del Jiloca. Frente al apeadero pequeño podremos encontrar un panel informativo con los servicios de la comarca.
Una vez contemplados retomaremos el camino hacia el puente del río Jiloca. En la misma rivera encontraremos un lugar de reposo con sillas, mesas y agua potable. Podremos pasear a lo largo de su rivera en ambos sentidos de la bifurcación que toparemos tras el puente. Estos senderos nos conducirán hasta las compuertas del río Jiloca a su paso por Villanueva, a través de caminos llenos de frutales, huertas y choperas regadas por el río Jiloca. La visita de Villanueva de Jiloca en su conjunto resulta un paseo muy agradable para todos aquellos visitantes que deseen descubrir uno de los pueblos más desconocidos de la comarca de Daroca. La visita puede continuarse por las sendas GR-24 y GR-90 que comunican Villanueva de Jiloca con los pueblos colindantes: San Martín del Río, Daroca y Valdehorna, donde podremos encontrar más lugares de interés para el visitante de estas tierras.
El núcleo de población que hoy comprende Villanueva de Jiloca se formó en la parte alta del pueblo, en la Calle del Castillo. El nombre de esta importante calle se debe a que probablemente existió algún torreón de vigilancia construido para mantener la comunicación visual con Daroca y los puntos fortificados a ambos lados del río Jiloca hasta el castillo de Báguena. A medida que la población fue creciendo las edificaciones se construyeron hacia el barranco natural que cruza el pueblo y en una fase de crecimiento posterior las casas se construyeron al otro lado del barranco. La superficie edificada llegó hasta las proximidades de la ribera del río formando un núcleo urbano desparramado pero con una disposición cómoda. La mayoría de las casas tenían un pequeño huerto regado por alguna de las dos acequias que cruzan el pueblo. Al sur del barranco se reservó un espacio más amplio para construir los edificios públicos: el Ayuntamiento, el horno, la lonja (que además hacía las veces de trinquete y cobertizo), el hospital de pobres y la cárcel. Se canalizó el agua del manantial de la parte alta del pueblo con tubos de barro cocido ó arcaduces hasta una fuente que data del Siglo XVI construida en estilo Renacentista en el año 1.557 por el cantero cántabro Juan de la Peña por orden del Concejo de Villanueva. Siguiendo el curso del barranco hacia el norte se construyó la Iglesia. De esta primera edificación poco conocemos porque sólo se conserva un pequeño muro de mampostería y algunas piedras angulares ya que entre finales del siglo XVII principios del siglo XVIII se derribó para ampliar el solar y construir la Iglesia actual.
Hasta el año 1901 los nombres de las calles de Villanueva son los siguientes: Alta del Castillo, Baja del Castillo, Baja, Enmedio, De la Fuente, Calle del Moral, Plaza de la Fuente y Plaza del Moral. En el año 1901 sucedió una catástrofe que casi borra Villanueva de Jiloca del mapa y por eso entre 1901 y 1903 el pueblo sufre una transformación forzosa y los nombres de las calles se cambiaron. El día 19 de agosto del año 1901 una gran tormenta que destruyó cuarenta y ocho casas y otras edificaciones como el horno y la fuente. Causó grandes destrozos en la Iglesia, Ayuntamiento y sus dependencias y por si esto no hubiera sido poco, la crecida de las aguas del río Jiloca se llevó el puente del río dejando Villanueva incomunicada por carretera. No hubo pérdidas humanas pero se malograron cosechas, enseres y animales domésticos. La moral de los vecinos quedó muy minada y la situación económica sólo acrecentó la desesperación. Hasta tal punto que aquel año no se celebraron las fiestas patronales en honor a San Gil y a la Virgen del Rosario. El pueblo necesitaba ser reconstruido pero no llegaron ayudas institucionales y el Concejo de Villanueva tuvo que buscarlas en otras entidades. El párroco D. Agustín Pérez, vecino de Villanueva, dedicó especial atención en llevar a cabo las gestiones para conseguir la financiación necesaria y junto con las autoridades locales pidió ayuda a los vecinos, autoridades eclesiásticas y amigos. Afortunadamente entre sus amistades se encontraba el periodista, comediógrafo, poeta y político y gran aragonés D. Eusebio Blasco y Soler. Pese a residir en Madrid se enteró de la noticia y no dudó en difundirlo a su vez entre sus amigos de la Villa y Corte y conseguir las ayudas para el párroco. Eusebio, en su calidad de periodista, el 12 de Octubre de 1901 publicó un artículo en el Diario de Avisos y el periódico abrió una colecta para enviar una donación a Villanueva. Otras personas también destacaron en la reconstrucción y en agradecimiento la Villa puso a sus calles el nombre de sus benefactores.
Durante la reconstrucción muchos prefirieron no construir sus casas en el lugar arrasado, optando por otros solares que donó el Ayuntamiento en la parte alta del pueblo, facilitando la expansión hacia las eras del pueblo. Villanueva de Jiloca agradeció también la ayuda de personas particulares, denominando las siguientes calles con sus nombres: La calle anteriormente conocida como Alta del Castillo se llamó hasta los años de la República Calle del Obispo López de Mendoza, obispo en Barbastro. Su aportación de llegó gracias a la amistad que le unía con Dª Rosario Solsona, esposa de D. Antonio Abad y sobrina de D. Pedro Solsona, notario en Daroca. Ambos eran naturales de Barbastro y residían en Villanueva de Jiloca. La calle Baja del Castillo que desciende hacia la Iglesia, pasó a llamarse calle de Eusebio Blasco y Soler. En un libro publicado recientemente sobre Eusebio Blasco encontramos estas anotaciones de 1902 decía lo siguiente: “Un alcalde de Madrid, muy amigo mío, quiso poner mi nombre a una calle hace dos años. Se lo agradecí mucho, declinando el honor. Pero…hace cuatro o cinco días, recibí una carta de aquel santo varón a quien veneré como a padre de los pobres, cura de Villanueva de Jiloca, modelo de sacerdote, apóstol de la caridad, el cual solo, desde su rincón del pueblo, ha logrado recursos importantes para reedificar el pueblo hundido, y este ilustre o ignorado párroco, agradecido al modesto concurso que le presté para devolver sus viviendas a mis desdichados paisanos, me decía que había logrado, de acuerdo con el señor alcalde, poner mi nombre a una calle del pueblo. ¡Ah sí, eso sí; esa es mi calle! Un pueblecito de quinientos vecinos, una calle en medio y mi humilde nombre en la esquina... eso es para mí más honroso y halagüeño que si el alcalde amigo me diese la Cuesta de los Críos para llamarle calle de don Eusebio Blasco y Soler, autor de comedias, casado y con hijos. Tengo mi calle y estoy muy orgulloso de ello, y ahora voy a ver donde esta en Madrid, que no lo se todavía, la de Don Felipe, que debe ser de mi amigo Felipe Pérez, Felipe Ducazcal y Felipe el Hermoso… ¡Vaya usted a saber dónde andará eso y quién será don Felipillo!”
La calle Baja del Castillo discurre hacia la hacia la plaza mayor, se conocerá desde entonces como Diario de Avisos. El diario zaragozano fundado por Calixto Ariño en 1870, tal y como narraba D. Eusebio Blasco, fue el impulsor de una suscripción popular en beneficio de los afectados por la tormenta. Redactores de la talla de Mariano de Cavia y Luís Montestruc (fundador en 1895 de Heraldo de Aragón) participaron en tarea benéfica. El Diario de Avisos dejó de publicarse en 1911 al ser absorbido por la Sociedad Anónima Heraldo. La antigua Calle Baja pasó a denominarse Calle de Pascual Abad en recuerdo de D. Pascual Abad Cascajares, Subsecretario de Hacienda y Consejero del Reino, otro hijo Ilustre de Villanueva de Jiloca miembro de la familia Abad.
En esta calle encontramos dos magníficas casas solariegas, la primera es de estilo aragonés del XVII, construida con ladrillo y con el escudo de armas Abad de Bernabé en la fachada principal. Tenemos constancia además de que en este edificio también vivió D. Antonio Marcial López y Quilez, Barón de Lajoyosa. El segundo edificio fue construido a finales del XIX y al igual que en la primera casa solariega, en él también podemos encontrar magníficas huertas y jardines. Hasta hace pocos años existía otra casa con un peculiar escudo de armas con los Corporales de Daroca. Esta piedra armera se conserva en una casa situada en la vecina localidad de Used. La antigua casa tenía un mirador de madera que dotaba de un estilo muy peculiar al edificio. Además se podía encontrar la pila del “diezmo” que demostraba la vinculación existente entre este edificio y la parroquia de Villanueva. La Calle de Enmedio, hoy se llama calle del Arzobispo Soldevila, el Cardenal Arzobispo de Zaragoza asesinado en 1923 en un atentado perpetrado por los anarquistas Torres Escartín y Francisco Ascaso.
En 1904, Monseñor Soldevila hizo una visita pastoral a Villanueva y se presume que aportó ayudas económicas para la reconstrucción del pueblo. Esta calle fue la más castigada por las riadas de la tormenta y en ella podíamos encontrar una de las casas más antiguas del barrio dotada de una espléndida rejería. A esta casa se le denominaba popularmente como la “casa de la fruta”. En el solar que ocupaba esta casa se ha edificado el actual pabellón municipal. La casa número uno de la calle, de estilo aragonés y con un amplio jardín, nació en 1670 el que fuera, Provincial y Definidor General de su congregación, D. Antonio María Malo de Bernabé. La Calle de la Fuente, posiblemente denominada así por la fuente renacentista que había en la plaza, desde hace muchas generaciones es conocida como “la rambla”, ya que forma un barranco natural que atraviesa el pueblo. Después de la riada pasó a denominarse Calle de Eduardo Lozano Diputado por su partido en Daroca entre 1918 y 1921. Suponemos que aportó económicas obtenidas gracisa a sus negocios industriales y bancarios en Daroca. Iglesia parroquial de San Gil Abad Al principio de esta calle está la Iglesia Parroquial de Villanueva de Jiloca, edificio de estilo barroco del siglo XVII dedicado a San Gil Abad. También encontramos casas de familias acomodadas con las peculiares entradas con “barbacana”, una defensa de argamasa que protegía las puertas durante las lluvias torrenciales. En las calles adyacentes también encontramos cantoneras para tablones para desviar las riadas. La Calle del Moral hoy se llama Luis Planter. Sólo sabemos que en 1903 una de las casas fue comprada por la familia de un médico distinguido. En esta calle la mayoría de las casas también tenían huertos, donde durante los años setenta se edificaron solares. Esta calle es una continuación de la Plaza del Moral. La Plaza de la Fuente, su nombre se debe a la magnífica fuente renacentista construida por el maestro cantero de origen cántabro Juan de la Peña en 1557. La fuente presidió esta plaza hasta su desaparición por causa de la tormenta de 1901. El nombre actual de esta plaza es Marqués de Montemuzo, donde encontramos el Ayuntamiento y otros edificios municipales. Este Marqués poseía además una casa solariega en Burbáguena y un palacio en Zaragoza.
La fiesta patronal de mayor importancia tiene lugar el primer fin de semana de agosto. Se celebra en conmemoración de la Virgen del Rosario, patrona de la villa. Durante cuatro días se desarrollan conciertos musicales, actividades para personas de todas las edades y banquetes populares. Todos los visitantes están invitados a participar activamente tanto en la organización como en el desarrollo de las fiestas.Ésta y otras festividades de Villanueva de Jiloca están íntimamente ligadas a la celebración de la recogida de las cosechas y al profundo espíritu religioso de sus habitantes. Son destacables también las procesiones que se realizan en conmemoración de la virgen del Rosario y las propias de la Semana Santa.
Lo más representativo de esta plaza pasó a ser la Olma, un magnifico ejemplar de la variedad “olmus campestres” que probablemente fue plantada alrededor de 1814 en honor a la Constitución. Lamentablemente murió a causa de la grafiosis en junio del año 1990. En esta plaza y bajo este árbol giró la vida del pueblo, hacía las veces de lonja y era el punto de venta de las cosechas de patata, cereza y otras frutas que se cultivaban. Bajo su sombra además se celebraban los acontecimientos festivos como misas de campaña, bailes y cenas populares, servía de paraguas ante repentinos chaparrones y era el lugar de encuentro de la juventud. Más de una moza vaciaría sus cántaros para volver a llenarlos en la fuente y de esta forma poder pasar más rato con el mozo de sus sueños. Hasta hace pocos años se conservaba su viejo tronco rodeado de un pequeño zócalo con jardín que también cobija la placa que el ATENEO de Zaragoza colocó en memoria del hijo de este pueblo Arnaldo de Villanueva.
La antaño denominada Plaza del Moral que probablemente recibe su antiguo nombre por albergar un ejemplar de este árbol asiático que era cultivado para la cría del gusano de seda. Esta actividad se desarró en Villanueva desde el siglo XVI hasta el XX. Esta plaza se denomina actualmente Infanta Isabel, hermana de Alfonso XII y mujer de carácter afable a quien se conocía cariñosamente como “la chata” y muy apreciada por los vecinos de Villanueva. Durante las últimas décadas, hasta la construcción del pabellón municipal, las fiestas patronales se celebraban en esta plaza. Calle del Rosario, Diputación, Obispo de Pamplona, Del Banco, Plaza de San Gil, Plaza del Vicario José Pellicer, Calle 19 de Agosto y Paseo de D. Iñigo Melendo. La Calle del Rosario, es la continuación de calle Pascual Abad hacia la ermita del Rosario, donde encontramos dos casas dignas de reseñar: la primera tiene una magnifica reja artesanal, la segunda tiene un escudo con las barras de Aragón y en la parte baja un dragón. Fue propiedad de la esposa del barón de la Joyosa, Dª Matea Abad de Bernabé. Al final de la calle descubrimos el recinto que albergaba el antiguo molino harinero que durante muchos años fue una pieza clave en la vida cotidiana del pueblo. Durante los años veinte fue transformado en central eléctrica pasando a Eléctricas del Pilar. Esta central eléctrica suministró luz a los pueblos de la sierra y campo de Used. La Calle Diputación nace de la calle Eduardo Lozano en su ascenso hacia las eras de la parte sur del pueblo, donde hallamos algunas casas con huertos anejos y casas salpicando los solares cedidos a los antaño damnificados por la tormenta. En 1979 con motivo de la inauguración del pavimento fue colocada la placa con el nombre, pero en documentos antiguos ya se mencionaba como Diputación.
En la Calle Obispo de Pamplona, continuación de la calle Alta del Castillo, se tiene constancia de la existencia de una fortaleza. Esta calle también fue creada cuando se trasladaron las casas a una ubicación más elevada que las casas arrasadas por la tormenta de 1901. El resto de edificios son casas de reciente construcción, pajares, solares y eras. Al final de la misma se encuentran los restos de un antiguo alfar propiedad de José Pellés, magnifico artesano de cuyas manos salieron piezas únicas como las famosas “jarras de engaño”. La Calle del Banco, continuación de la calle Luis Planter, se edifican algunas de las casas denominadas “Taconas”. Es de suponer que en Daroca operaraba un solo banco, por lo que no creyeron necesario poner el nombre propio de la Entidad. La Plaza de San Gil es la plaza de la puerta de la Iglesia. Hasta 1901 solamente estaba la Iglesia y el cementerio adosado, pero después de esta fecha se construye la nueva Casa Parroquial, quedando esta plaza nombrada como el Santo titular de la parroquia. La Plaza del Vicario José Pellicer, es la plaza que queda en el nivel intermedio de la calle Diario de Avisos y el final de la calle Eusebio Blasco.
Antiguamente denominada Baja del Castillo, albergaba el único horno de pan de propiedad privada de Villanueva y los talleres de algunos artesanos: el calderero, el sastre y el alfarero José Pellicer; quien además fue párroco del pueblo. Gracias a su posición de Vicario intentó ayudar al pueblo en aquellos momentos difíciles y por ello le dedicaron la plaza. La Calle 19 de Agosto es el rincón mas pintoresco del pueblo. Lo forman la parte lateral de la Iglesia y dos casas que en su parte más angosta se unen con tres arquillos de ladrillo con teja con reminiscencias árabes. El Paseo de D. Iñigo Melendo fue inaugurada en 1906 por el propio D. Iñigo Melendo junto con D. Augusto Ruiz Rañoy, natural de Villanueva y representante de la provincia de Zaragoza en la Asamblea de Diputados. Es la continuación de la Baja del Castillo y en ella encontramos la actual fragua del municipio. En el siglo pasado hubo otra fragua, por lo que deducimos que durante algún tiempo hubo dos herreros establecidos en Villanueva. Es la calle más expuesta a inundaciones por estar más baja que la rambla y por estar bordeada por una acequia de riego. Hoy encontramos la acequia cubierta con una reja para evitar accidentes y dotar de mayor anchura a la calle.
No querría dejar este trabajo, sin reseñar otros intentos de cambio de nombre de estas calles de Villanueva de Jiloca. El primero tuvo lugar el 19 de abril de 1931, cuando el Ayuntamiento de la República propuso cambiar el nombre de la Plaza Infanta Isabel durante la celebración del 14 de abril. No llegó a cambiarse ya que hasta fechas recientes seguía el rótulo anterior a la inauguración. El segundo intento se refleja en un acta del Ayuntamiento con fecha 17 de abril de 1936, se propone de nuevo el cambio de nombre de las siguientes calles: La Calle Pascual Abad se llamará Avenida de la República. La Calle Arzobispo Soldevila se pasará a llamar Galán y García. La Plaza Marqués de Montemuzo se llamará Plaza de la República. La Calle Eduardo Lozano pasará a ser Manuel Azaña. Calle Obispo de Pamplona será la Calle Joaquín Costa. La Plaza Infanta Isabel será la Plaza de la Libertad. Suponemos que estos cambios no llegaron a producirse por el inicio de la Guerra Civil. "El día 24 de junio de 2003, tal y como había sido anunciado, el ayuntamiento sustituyó los antiguos rótulos de las calles. Personalmente había abogado por que se respetaran los letreros originales, que amén del valor sentimental se trataban de cerámicas artesanales, algunas con más de 200 años como la Alta del Castillo, y en el mejor de los casos la mayoría cercanas al siglo de antiguedad". "En la reunión en la que se comunicó el cambio propuse que al haber sufrido modificaciones prácticamente todas las calles se pusieran los nuevos rótulos al principio de las mismas y se respetaran los ya existentes en el lugar donde estaban, más tarde sugerí que antes de cambiarlos se consultara con personas más preparadas que yo que pudieran aconsejar lo adecuado en este caso, pero al final fueron cambiadas, se recuperaron por iniciativa del albañil algunas de las piezas, otras se rompieron pero algo se conserva, ignoro el destino que piensa darse a lo recuperado".
En castellano, Arnaldo Villanova, Arnaldo de Villanova y Arnaldo de Villanueva. En catalán, Arnau de Vilanova. Latinizado, Arnoldus –y Arnaldus- Villanovanus. Arnaldo de Villanueva es aragonés de nacimiento, aunque se le han atribuido otras procedencias: francés, catalán, valenciano, italiano... El siguiente texto es una reproducción íntegra y ampliada del trabajo de D. Ricardo Centellas para la Institución Fernando el Católico de Zaragoza, quien amablemente ha concedido el permiso oportuno.
La expansión de la ciudad y de la burguesía, el nacimiento de las catedrales, el desarrollo de las universidades y del escolasticismo, el establecimiento del Papado en Avignon y la crisis de la Iglesia fueron algunos de los grandes movimientos socioculturales y hechos políticos con los que convivió fray Villanueva. En la década de 1260, acudió a la Universidad de Montpellier, capital de un señorío incorporado en 1204 a la Corona de Aragón. Estudió Medicina -especialidad en la que Montpellier destacó desde sus orígenes- y Teología; conoció a su futura esposa, Agnès Blasi. La documentación sobre su actividad resulta escasa hasta su establecimiento como médico de la Casa Real de Aragón. Su vida se halla documentada en Valencia entre 1276 y 1281. Pedro III el Grande le otorgó una renta anual de 2.000 sueldos barceloneses en 1281 y hasta la muerte del rey en 1285 permaneció la mayor parte del tiempo en Barcelona. Allí, en el convento de los dominicos, bajo la dirección de Raimundo Martín aprendió el hebreo y las culturas rabínica y talmúdica además de ampliar los conocimientos en Teología iniciados en su juventud valenciana y en la Universidad de Montpellier. Regresó a Valencia (1289-1291) y antes de 1290 debió compaginar su profesión de médico real con la docencia en la Universidad de Montepellier, la cual hasta la apertura de los estudios en Lérida y Bolonia, era el lugar más próximo de la Corona para el estudio de Medicina. Desde 1297 tuvo una casa en propiedad en la ciudad occitana que abandonó definitivamente en 1301. Durante la reforma de los estudios de 1309, propiciada por su amigo el Papa Clemente V, desempeñó un papel destacado en la enseñanza. Simultaneó la docencia con el servicio áulico bajo los reyes Alfonso III (1285-1291) y desde 1293, Jaime II, de quien fue además consejero. En 1297 se le ordenó la asistencia en el parto de la reina Blanca de Nápoles en Roma.
En la última década de su vida, fray Villanueva viajó, polemizó y escribió sin descanso pese a su avanzada edad (era sexagenario). En una epístola de 1309 del cardenal Napoleón y del diácono Pedro enviada al rey Jaime II, se refirieron a fray Villanueva como el prudente, sabio y abrasado en el amor de Dios, maese Arnaldo, gran celador de la honra regia, varón iluminado y de virtud. Negoció con éxito, en París, en 1299 ó 1300, con el rey de Francia Felipe IV el Hermoso, la cuestión de límites y posesión del valle de Arán (Lérida). Su estancia en Ille-de-France la aprovechó para polemizar en la Facultad de Teología de la Sorbona, la más importante y prestigiosa de su tiempo. Divulgó su tratado De consummationes saeculi (ampliado y enviado al Papa como Tractatus de tempore adventus Antichristi) de contenido apocalíptico, anuncio de la venida del Anticristo, que el médico fijó en 1376. Procesado inquisitorialmente y condenado por sus ideas, apeló al Papa Bonifacio VIII que suavizó la sentencia en 1301, no sin antes curarle sus dolores producidos por los cálculos (le distinguió con el título de arquiatra, especie de protomédico papal). Otro tanto ocurrió con sus sucesores Benedicto XI y Clemente V. Encarcelado en Peruggia en 1304 es liberado y huye a la corte de Fadrique III de Sicilia, hermano de Jaime II de Aragón, para quien escribió varias obras religiosas, médicas y jurídicas; inicia así una relación que alcanzó hasta el final de su vida. Regresado a Cataluña al año siguiente, el 11 de julio presentó la Confesión de Barcelona sobre todo su pensamiento escatológico. Culminación de ésta fue la Expositio super Apocaliypsi (Exposición sobre el Apocalipsis) escrita en el retiro del monasterio de San Víctor de Marsella (1306). Llamado a Sicilia Fue llamado a Sicilia a comienzos de 1309 para encontrar explicación a un sueño del rey Fadrique III. Como resultado de la interpretación, Arnaldo convenció al monarca y a su hermano Jaime para organizar una nueva cruzada que tendría por objetivo el reino de Granada. Ambos reyes enviaron al médico y consejero a convencer al Papa Clemente V (1309), amigo personal de fray Villanueva. Pero las intrigas de la jerarquía franciscana, molesta por la defensa que Arnaldo hacía de los movimientos ascéticos radicales de beguinas y begardos, tergiversaron la exposición del médico ante el Papa y enrarecieron la relación de éste con el rey de Aragón. Jaime II, en plena campaña de Almería, ordenó la venida del físico para que le explicase su actuación en la corte papal. Allí escribe para el rey el Razonamiento de Aviñón en catalán, además de un régimen de salud para la campaña militar (Regimen Almeriae). La desconfianza regia hicieron regresar a fray Villanueva a Sicilia, a la corte de Fadrique III. Navegando hacia Génova le sorprendió la muerte en septiembre de 1311. Fray Villanueva observó en su época el descenso de la fe y virtud cristianas, el cautiverio del Papado y la relajación del clero secular y regular (los monasterios no eran nido de palomas sino albergue de culebras, serpientes y dragones). En especial no simpatizó con los tomistas dominicos y en general con los escolásticos, porque concibió que la aplicación de su filosofía era perjudicial para la Teología. No era extraño que anhelara la venida del Anticristo y del fin del mundo, asuntos que se convirtieron en obsesión al final de su vida, plena de denuncias, amenazas, condenas, confesiones y procesos en varios lugares de la Corona de Aragón y del Papado. Éstas continuaron incluso después de su muerte. Arnaldo apareció más como un predicador apocalíptico que como un hombre de ciencia, como todos aquellos coetáneos que osaron cuestionar los preceptos aristotélicos clericales. Sus enemigos lo tacharon de "fantástico", "nigromante", "encantador", "hipócrita", "hereje y Papa de herejes" acusaciones frente a las que él se sentía "firme y aparejado para confundir a los falsarios de la verdad evangélica" (Razonamiento de Aviñón, 1309).
Los estudios teológicos arnaldianos, especialmente los escatológicos, dieron mucho que escribir y polemizar hasta finales del siglo XIV. Un lustro después de la muerte de fray Villanueva, en 1316, fueron condenadas 15 de sus tesis en el Arzobispado de Tarragona. Parte de su obra teológica fue quemada públicamente, recusada y censurada en procesos diversos. Como científico fue autor de experimentos peregrinos que, sin embargo, le han convertido en pionero de varias áreas de la química. Fue el primero en aplicar a la terapéutica los minerales y las esencias de las plantas obtenidas en el laboratorio. Así descubrió la destilación fraccionada y los efectos venenosos del monóxido de carbono, y gracias a las modificaciones que efectuó en la retorta, procuró la obtención de los ácidos fuertes productores de reacciones químicas básicas para el progreso de la ciencia. Con la fama vinieron la atribución de falsas obras, tanto teológicas como físicomédicas, que le convirtieron en un reputado alquimista fabricante de oro. Estas fantasías biográficas obraron en menoscabo de su perfil moral, tergiversando la historia y sus ideas teológicas.
Poseyó el prolífico fray Villanueva un interés continuado por dos asuntos: la Medicina y la Teología. De formación políglota dominó las lenguas hebrea, árabe, probablemente el griego, algunas vulgares de Francia, Italia y por supuesto el latín y catalán en las que escribió sus obras. Su obra médica se compone de 27 títulos auténticos más otros 51 atribuibles al maestro, según los estudios de los editores de la Opera Medica Omniaarnaldina (Fundació Noguera, Universitat de Barcelona y CSIC; desde 1975). Versan sobre medicina teórica con fines docentes (Speculum medicinae), aforismos (Aphorismi de gradibus), regímenes de sanidad (Regimen sanitatis ad regem Aragonum y Regimen Almeriae encargados ambos por el rey Jaime II), medicina práctica, estudios monográficos, farmacia y traducciones (de Avicena, Galeno, etc). También se ocupó de la Astrología, la cábala y alquimia aunque la mayoría de las obras que se le atribuyen son apócrifas. Dentro de sus obras teológicas destacan los tratados doctrinales, en especial los de contenido escatológico (Tractatus de tempore adventus Antichristi); las confesiones (muestran por escrito, ante notario y en público, las ideas sobre un determinado asunto para que con posterioridad no sean tergiversadas) y los de tema espiritual y filosófico. Sus ocupaciones áulicas también le llevaron a escribir tratados políticos y legales (Constitutiones Regni Trinacriae), y largas epístolas temáticas.
(Regimen sanitatis ad regem Aragonum h. 1305-1308, antología de textos; traducción del latín de P. Gil-Sotres):
EL EJERCICIO FÍSICO.- El ejercicio ha de preceder naturalmente a la comida por dos causas: una, porque excita el calor natural, que es el que debe digerir los alimentos, de donde conviene que el alimento que se ingiera encuentre el calor preparado y no dormido. Otra razón es que elimina las superfluidades del cuerpo y las dispone para la expulsión: y es que, si permanecieran en el cuerpo, impedirían a los miembros realizar sus acciones, pues embotan el calor natural y cierran los lugares por donde debe pasar el alimento.
QUIÉNES DEBEN TOMAR BAÑOS.- En el régimen de salud sólo deben bañarse aquellos en los que se acumulan en los músculos y en las partes intercutáneas gran cantidad de superfluidades, bien porque no han hecho ejercicio o por haber comido demasiado; o los que, por haber sudado mucho durante el ejercicio, o por otra causa el baño, se les hace necesario.
DE LOS BENEFICIOS DEL LAVADO DE PIES.- Los soportes de los pies deben lavarse a menudo, con agua tibia, para conservar la salud de la vista, del oído y de la memoria, y frotarse. Y tal limpieza hágase por la tarde cerca de la entrada en el lecho aquellos días en los que no se cena.
NO HAY HORA PARA UNA BUENA COMIDA.- A los que están sanos no se les debe señalar ninguna hora como más conveniente para alimentarse, así para comer como para cenar; sino cuando la naturaleza lo apetezca. Y con esto se prueba que la costumbre vulgar de cenar temprano no tiene sentido en los que están sanos, más bien es fruto de la idea de los indocumentados y la sigue el pueblo sin razón alguna. Se ha de comer, pues, cuando la naturaleza lo apetezca, y no se debe estar mucho tiempo sin comer después de que se sienta el hambre, excepto en los ayunos de la Iglesia, por devoción religiosa o por una ocupación honesta. [...] Los que comen poca variedad de cosas y con moderación, viven con salud y largos años. En cambio los que comen gran variedad de alimentos, mueren antes de llegar a la vejez o ésta se les adelanta con muchos achaques, como sucede frecuentemente a los que habitan en el Norte [...]
LA FRUTA ES MEDICINA Y NO ALIMENTO.- Los cuerpos temperados no deben usar de las frutas como alimentos, sino como medicinas, a saber, para preservarse de algún accidente dañoso que se tome por la coincidencia de varios factores. Y así es conveniente que las tomen con moderación y orden, atendiendo a la utilidad que se espera adquirir por su consumo. No deben tomarse por gusto, sino por utilidad. Y el que las toma por capricho impide la conservación de la salud.
DE LOS PESCADOS.- En primer lugar, que su carne no tenga un olor intenso, ni tampoco sabor fuerte, ni que sea extraña al tacto y que, al separarse, no sea del aspecto del limo. Los que tuvieran la carne blanca como la plata son los más sanos y, entre ellos, los que tengan escamas, deben preferirse siempre.
LA CABEZA DEBE ABRIGARSE DURANTE EL SUEÑO.- Y de modo similar se ha de cubrir la cabeza más durante el sueño que en la vigilia; porque, como el calor natural se concentra en las regiones medias del cuerpo, los extremos quedan desprovistos de calor; y así, más fácilmente puede dañarles el frío y mucho más si el aire fresco impelido por el viento entra por algún lugar estrecho y daña los miembros. Por esta razón hay que procurar que no quede alguna ventana o tronera abierta a la altura de la cabeza.
EL SUEÑO DESPUÉS DE COMER REQUIERE LA CABEZA EN ALTO.- Todos los que han comido deben en el sueño tener la cabeza y pecho más altos que las demás partes. Esto es especialmente recomendable para los que han comido mucho para que si el alimento regurgita no dañe el orificio del estómago y por consecuencia la cabeza y los miembros espirituales.
LOS EFECTOS DE LAS DISTINTAS POSICIONES DEL SUEÑO TRAS COMER EN DEMASÍA.- Cuando se hubiera completado el primer sueño, para aquellos que han comido temperadamente, no es necesario dormir más. Pero si se hubiese comido más de lo necesario, o alguna cosa difícil de digerir, entonces el que duerme no se despertará del primer sueño por la perfección de la digestión, sino por el estímulo de las superfluidades contenidas en los miembros, como la orina en la vejiga, los humos en los músculos o lo que debe ser expulsado en el pulmón. Todo lo cual una vez se hubiera expulsado, orinando o tosiendo o extendiendo los miembros, debe volverse a dormir, lo que notará por la pesadez de la cabeza y de los párpados. Entonces, para que el humo encerrado en el hígado no se caliente demasiado, conviene dormir sobre el lado izquierdo, porque, estando el alimento así digerido, es suficiente menos calor que cuando está crudo.
LOS DAÑOS DE LAS RELACIONES SEXUALES DEMASIADO FRECUENTES.- Si fuera inmoderado y del mismo modo trabajoso y demasiado frecuente [la relación sexual], casi forzado, produce sequedad en el cuerpo por la inanición, especialmente en la parte delantera del cerebro. Además, el movimiento calienta el cuerpo con un calor extraño, sobre todo el corazón, hígado y cerebro, los riñones, los lomos y las articulaciones. El cuerpo se llena de vapores malos y fétidos. Por el movimiento, la inanición y el placer que se produce se disuelven los espíritus y el calor natural y por eso enfría; y de esto se siguen muchos daños, como el temblor en los miembros, la debilidad en la digestión por la impotencia del estómago, la consunción en los ojos y la humedad radical, debilidad de la vista y muchas otras cosas. (Speculum).
LA TRISTEZA.- La tristeza seca más que enfría, porque por sí misma no enfría, exceptuando el impedimento de producir espíritus que ocasiona. En cambio, deseca de muchas maneras impidiendo la recepción del alimento, exprimiendo de los miembros el alimento que se había recibido, y también sofocando los humos que en razón de quedar encerrados se sobrecalientan y se hacen agudos. Por todas estas cosas, la tristeza causa, muy rápido, la fiebre hética. [La negatividad de la tristeza debe ser rechazada salvo en el caso de la del pecador arrepentido]. Sus objetos deben ser evitados, salvo en la medida en que persuaden a la razón para detestar todos los vicios y conseguir mayor limpieza en la mente. (Regimen sanitatis y Speculum).
LA IMPORTANCIA DEL AIRE.- Cualquier actividad intelectual, sea percibiendo o juzgando, se lleva a cabo de forma más lúcida y perfecta cuanto más puro es el aire [...]. La experiencia diaria nos enseña que la impureza del aire así como su pesadez embota el entendimiento, entorpece el conocimiento, oscurece el juicio, vuelve simple el pensamiento y perturba los efectos. [El aire sutil por contraposición aire grueso] clarifica la sangre, haciéndola más útil y depurada, por lo cual alegra el corazón, serena la mente, alegra el cuerpo y acelera la tercera digestión en los miembros (Speculum).
Además de lo transcrito, a fray Villanueva se le atribuyen obras como:
-Lumen Luminum: Declaración cierta y toda verdad de las cuatro palabras de los philosophos altiguos y dichos de ellos escritas en figuras y enimas çeladas
-El Rosario de los Filósofos
-Semita Semitae
La trascripción siguiente está basada en la obra del fraile mercedario Vicente Muñoz Delgado "El maestro Fray Bartolomé Anento (1646-1679), mercedario, profesor de la Universidad de Salamanca, gran humanista y poeta".
Bartolomé Anento y Peligero nació en Villanueva de Jiloca, aldea de la comunidad de Daroca (Zaragoza), el 16 de abril de 1646. Sus padres fueron Gil Anento y Ana Peligero, quienes lo bautizaron el 18 del mismo mes, educándolo cristianamente. A los 11 años le enviaron sus padres a estudiar a Zaragoza con su hermano Francisco Anento, quien más tarde se convertiría en doctor en Teología por la Universidad de Zaragoza y celoso párroco de Monreal del Campo. Bartolomé iba a estudiar Filosofía y, alejándose de su hermano carnal, entra en el convento de San Lázaro de la misma ciudad. A los 12 años toma el hábito como miembro de la real y militar orden de la Merced el 6 de marzo de 1658, profesando a partir del 22 de abril de 1662. Sus progresos en las letras eran tan asombrosos que a los once años ya era un consumado latino, humanista y poeta en latín y castellano. Siendo novicio, la comunidad mercedaria de San Lázaro acudió a recibir solemnemente al ilustre miembro de la Merced, fray Juan Cebrián quien era a su vez arzobispo de Zaragoza; cargo al que más tarde el rey Felipe IV unió el de virrey y capitán general del reino de Aragón. El novicio Anento se acercó junto a los demás clérigos a besar la mano de Su Excelencia. Le encomendaron la tarea de dar la bienvenida a Su Excelencia en verso. "Obedeció puntual y habló en verso tanto y tan bien que el Arzobispo asistió con asombro y previsión de lo que prometía el temprano anuncio del novicio", según cuenta fray Francisco de Neyla también mercedario.
Bartolomé Anento, una vez profesado viaja a Salamanca, poniéndose grandes esperanzas en el joven estudiante. Ya en Salamanca en 1669 ante testigos y bajo juramento "provó haber oido en su convento de su Religión de la Ciudad de Zaragoza tres cursos de Artes, uno de Letras, otro de lógica y otro de Philisophia" describió Jerónimo Monreal otro diocesano de San Lázaro de Zaragoza. Son menos conocidos sus estudios sobre Teología en Zaragoza, pero fueron corroborados por él mismo cuando se gradúa en Teología en Salamanca, afirma que ha "aprobado sus cursos de Theología en mayo del sesenta y seis", según cuentan crónicas de la época. Se matriculó para esta disciplina en el curso 1662-1663. Al finalizar el cuarto curso se ordena sacerdote en la misma Vera Cruz de Salamanca, en el colegio correspondiente a la orden mercedaria. Cuando termina su trayectoria sacerdotal comienza la universitaria. Con 17 años y la gran fama que le precedía, llega a la Ciudad del Tormes. Aquí realizó su primera oposición a la cátedra de Prima de Humanidad que había quedado vacante. El padre Neyla nos cuenta esta parte de su vida con especial énfasis: "vacando en la Universidad el año siguiente (que era a los diez y siete de su edad) la Cátedra de prima de Humanidad, le mando el rector saliera a su oposición... Leyó con tal acierto, desembarazo, eloquencia y erudición que se celebró por assombro de la naturaleza". Fray Anento realizó un informe para captar la benevolencia de los jueces, que transcribe íntegramente el padre Neyla. Los maestros de la Universidad quedaron asombrados y varios escribieron al Consejo de Castilla que no le diesen la cátedra por razón de su edad, pero que se tomase nota de este hecho prodigioso. Efectivamente, el Consejo de Castilla escribe una carta a fray Bartolomé Anento felicitándole y pidiendo que continúe sus trabajos y estudios para poder premiarlos más tarde. La carta está firmada el 23 de junio de 1663 y la transcribe el padre Neyla.
En esta primera oposición de fray Anento con 17 años a Prima de Humanidad, que realiza en abril de 1663, se le denomina simplemente colegial de la Vera Cruz porque no tenía grados ni mayores méritos académicos. Se destaca "esta es su primera oposición, leyó y actuó" según narra el padre Neyla. A él y sus coopositores se les asignó puntos de Laurencio Valla, para leer la primera hora de su lección y en las Odas de Horacio para la hora restante y acabadas las lecciones se arguyeron entre sí, promisquamente los opositores, conforme se ha estilado en otras vacantes de semejantes cátedras. Se mandaron a Madrid los informes de todos los opositores. Se provee en el Bachiller Pedro Méndez de Madrid pero se envió una carta para fray Anento con la obligación de "darla en su mano", también según el padre Neyla. Fracasado parcialmente en esta primera oposición sigue sus tareas de colegial de la Vera Cruz y de estudiante de Teología. Después de ser ordenado sacerdote es enviado como maestro de estudiantes de Valladolid por breve tiempo, porque pronto aparece en Toledo como profesor de Filosofía para prepararse para las oposiciones universitarias de Salamanca. Nos lo documenta de nuevo el padre Neyla: "prueba aver leído en su convento de la ciudad de Toledo tres años de Artes desde San Lucas de sesenta y cinco hasta San Juan de sesenta y ocho y aver presidido seis actos públicos de conclusiones de Artes en concurso de las religiones; los cinco en la ciudad de Toledo y el otro en Aragón". Como añade el padre Neyla: "concluida la lectura de Artes le mandan volver a Salamanca con el oficio de Lector de Teología y opositor a cátedras de la Universidad". De aquí en adelante, con frecuencia el padre Anento se titulará "Lector de Teología en el colegio de la Vera Cruz" de la Merced de Salamanca, como veremos a continuación.
Al fallecer el titular de la cátedra de Retórica sale a oposición y se presenta el padre Anento, que, como era costumbre, exhibe una hoja impresa con sus méritos, dirigida al Rey. Se transcribe literalmente, porque ahorra noticias y comentarios: << Señor. Títulos de Fr. Bartolomé Anento y Peligero, único oppositor a la cáthedra de propiedad de Rethorica. que en esta Universidad está vaca por muerte del Mtro. D. Joseph de Puga.>> << Fr. Bartolomé Anento y Peligero de la Orden de Ntra. Señora de la Merced calzada, Bachiller en Artes y Theología por esta Universidad, fue oppositor a la cáthedra de Prima de Humanidad, que se proveyó en el Mtro.D. Pedro Méndez en julio de seiscientos y sesenta y tres. Y como tal leyó de oposición hora y media, arguyó y fue arguido por sus coopositores.>> << Por muerte del Mtro. D. Joseph de Puga se dio por vaca la cáthedra de propiedad de Rethórica en dos de septiembre de seiscientos y sesenta y nueve, con término de dos meses que corrieron desde primero de octubre. Y para descubrir sujetos que se opusiesen a la dicha cátedra, se remitieron edictos a las Universidades de Valladolid y Alcalá, y se afijaron en esta de Salamanca. Y en el dicho término se opuso a ella el dicho Fr. Bartolomé Anento y el Dr. D. Pedro de Contreras, cathedrático de Rethórica de la Universidad. Guarde Dios y prospere a V. M. para bien de la monarchia. Desde Claustro de la Universidad de Salamanca, a quatro de marzo de mil seiscientos y setenta".>> Una vez que estaba en posesión de la cátedra de Retórica desde el 2 de abril de 1670, los Estatutos y la costumbre de la Universidad le obligaban a graduarse en Artes. Por eso el miércoles 13 de agosto de 1670 hubo un Claustro de Cancelario en la capilla de San Jerónimo. << Entró en la dicha Capilla el dicho P. Fr. Bartolomé Anento de la Orden de Nuestra señora de la Merced calzada y estando en pie y descubierta la cabeza y dijo que habiendo acabado sus Cursos de la Facultad de Artes el año 1660, se graduó de Bachiller en la misma Facultad por esta Universidad en los doce de agosto de mil seiscientos y sesenta y nueve, como constaba en su título de que hacía presentación. Y que en dos de abril deste año de seiscientos y sesenta había tomado posesión de la cáthedra de propiedad de Rethorica, que tiene por merced y provisión de su Majestad y Señores del Real Consejo. Y conforme a Estatutos y estilo desta Universidad le obliga a dicha cathedra a graduarse de Licenciado y Maestro en Artes por esta Universidad.>> Pide que le dispensen del examen en la capilla de Santa Bárbara, como se había hecho a otros, por ejemplo a don José de Puga que había sido << cathedrático de Rethorica >> también. Votaron todos a favor de la concesión de lo que fray Anento pedía y el martes 19 de agosto el señor cancelario le concedió << el grado de Licenciado en Artes por esta Universidad >> y el permiso para pudiera graduarse de Maestro en Artes por esta Universidad. Se le conceden también entonces todos los privilegios y honores habituales, el grado de Maestro de Artes, en el mismo acto, previas unas conclusiones con la respuesta a las objeciones.
Pero el padre Anento quería estar plenamente preparado para opositar en Filosofía y Teología. Por ello el 24 de mayo de 1671 se presenta para licenciado en Teología. El secretario de la Universidad dijo que el padre Bartolomé Anento << habiendo acabado sus cursos de Teología en mayo de sesenta y seis se graduó de Bachiller por esta Universidad a veinte y cinco de agosto de sesenta y nueve. >> Se examinó en la capilla de Santa Bárbara el 27 de mayo de 1671 y recibe la Licencia de Teología << habiendo sido examinado en la Facultad de Teología rigurosissimamente por los examinadores... y que por todos los honores y prerrogativas. >> El grado de maestro en Teología era más fácil, porque ya era doctor en esa Facultad por la Universidad dominicana de Ávila y solamente se necesitaba incorporarlo en Salamanca. De manera, el 26 de junio de 1671 años << entró en el Claustro el dicho P. M. Fr. Bartolomé Anento y dijo que él era graduado de Licenciado en la Facultad de Theologia por esta Universidad y de Maestro en la misma Facultad por la de Ávila, como constaba el testimonio que tenía presentado, en virtud del qual pidió ser incorporado en esta Universidad y que estaba presto para pagar propinas>>. El padre Anento sale del claustro y << se leió testimonio del grado de Maestro de Theología de la Universidad a diez de este mes de junio. Venía firmado de Juan de Mier Villar, Secretario de la dicha Universidad. >> El padre mercedario fray José González era el padrino del graduando y después de las necesarias deliberaciones fue a buscarlo y puesto de rodillas. El señor cancelario le puso las insignias, << diciendo le agregaba e incorporaba de maestro en Theologia por esta Universidad >> con todas las exenciones y gracias de tales maestros por esta Universidad. Se termina el acto con la profesión de fe y el juramento de defender en público y en privado la Inmaculada Concepción, lo que también había hecho al obtener los grados en Filosofía. El primer de julio de 1671 el padre Anento pide al claustro << entrar en los exámenes y capillas de Theologia >>, a pesar de algunas costumbres en contra. Por fuerte mayoría fue concedido al padre Anento lo que pedía. En el Archivo Universitario esta la discusión pormenorizada con la interpretación de los Estatutos. El problema se agrava institucionalmente cuando se queda sin cátedra. Pienso que a estos problemas se refiere Neyla cuando afirma << por su gran prudencia y amable trato, aunque no le tocava estando sin cáthedra, lo hicieron del Claustro de la Universidad y Examinador en los grados >>. En posesión de su cátedra de Retórica en propiedad, el padre Anento aspiraba a más. Así el 25 de junio de 1675 toma posesión de una regencia de Artes, después de haber opositado dos veces. En 1676 y 1677 oposita respectivamente a las cátedras de propiedad de Lógica y de Súmulas, perdiendo en ambos casos. A la de Súmulas vuelve a opositar poco antes de morir en agosto de 1679 y también la pierde. Bernabé observa que sus pretensiones más fuertes eran las de Teología y en 1678 había opositado a la cátedra de Teología Moral que también pierde. Interviene en muchos actos públicos en la Universidad y en la Vera Cruz, pero no parece haber tenido más que dos cátedras dichas, la de Retórica y una regencia de Artes. Se conservan los procesos de la oposición a tales cátedras.
Para terminar y resumir convenientemente la vida Universitaria del padre Anento, copio el siguiente impreso, que fue encontrado en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, libro 10.995, que condensa así su vida académica, un año antes de su prematura muerte: << Títulos del P. M. Fr. Bartolomé Anento, cathedratico de Regencia de Artes y Regente de los Estudios de su Colegio de la Veracruz, del Real Orden de Nuestra Señora de la Merced, Redención de Cautivos, opositor a cátedras de propiedad de Artes y Teología.>> << Yo, Sebastián García de Paredes, Notario público, Apostólico Secretario de la Universidad de esta ciudad de Salamanca: doy fe y testimonio verdadero que el P. M. Fr. Bartolomé Anento del Orden de Nuestra Señora de la Merced, Redención de cautivos, cathedrático de Regencia de Artes, de que le hizo merced su Majestad, dándole la primera de dos que estaban vacas, en junio de mil seiscientos y setenta y cinco, está graduado de Bachiller en Artes y Theologia por esta Universidad y de Licenciado y Maestro en la Facultad de Artes y de Licenciado en la Facultad de Theología por esta Universidad y Maestro por la de Ávila, incorporado en esta de Salamanca.>><< Consta aver presidido en esta Universidad siete Actos de conclusiones de la Facultad de Teología, quatro mayores y tres menores desde enero de setenta y dos.>> << Consta aver arguido en los exámenes de la Capilla de Santa Bárbara, que le ha tocado arguir desde que se graduó.>> << Consta aver leido en su convento de Toledo tres años de la Facultad de Artes; y aver presidido seis actos públicos de la Facultad de Artes, en concurso de las religiones, y aver leído en su colegio de la Vera Cruz de esta Universidad siete años Theología hasta que Su Majestad le hizo cathedrático de Regencia, y aver presidido siete actos de Theología públicos en el dicho Colegio de la Vera Cruz, y aver presidido en el Capítulo de su Religión celebró en la ciudad de Barcelona un Acto de Theología en mayo de setenta y tres, y aver presidido en el Capítulo General que su Religión celebró en la ciudad de Guadalajara un Acto de toda la Theología, en octubre de setenta y seis, y aver arguido y replicado en las Comunidades Religiosas a los Actos de Theología.>> << Consta aver leído de oposición a las Cátedras de esta Universidad diez veces con la de propiedad de Súmulas que está vaca.>> << Consta aver empezado los Cursos de la Facultad de Artes año de mil seiscientos y cincuenta y siete.>> << Y de pedimento del dicho Padre Maestro Fr. Bartolomé Anento dí este en Salamanca de mil seiscientos y setenta y ocho años.>> Muchas de las afirmaciones anteriores quedan también justificadas en este documento de Archivo Histórico Nacional de Madrid, que como queda dicho, en los procesos de cátedras aparecen impresos con la relación de méritos de los respectivos opositores a cátedra.
Informe que hizo Fray Bartolomé Anento, siendo de edad de 17 años, a la cátedra de Prima de Humanidad en la Universidad de Salamanca (Salamanca, 1663). Es la versión que nos transmite el padre Neyla, pp. 395-399. Oración fúnebre a las honras del Rey, nuestro Señor Phelipe Quarto, que celebró el Real Convento de la Encarnación a 17 de setiembre de este año de 1667. Díxola el Padre Lector Fray Bartolomé Aneto, del Real Orden de nuestra Señora de la Merced, Redención de cautivos. Dedícala a la Excelentísima Señora Condesa de Osorno, Duquesa de Galisteo, Condesa de Morata, Marquesa de Malpica, un criado suyo (Madrid 1667) 3 hojas + 20 pp. en 4º. En ese tiempo Anento estaba en Toledo, anota Neyla que, con la fama de sus predicaciones, << sonó el eco en la Corte donde quisieron oírle: por tanto le encomendaron Sermones de mucho concurso, y entre ellos el de las honras del Señor Philippo IV en el real convento de la Encarnación. Llenó la expectación con el desempeño del asombro de la corte, que mirava en un joven de veinte años la circunspección de una ancianidad prudente, la eloquentia de un Cicerón y el espíritu de un Apóstol >>. Sermón que predicó en la fiesta de San Jorge, que todos los años celebra la Orden de Ntra. Sra. de Montesa y San Jorge de Alfama en el convento de Pinto de esta corte de religiosas del gran Patriarca San Bernardo, con asistencia del Sacro, Supremo y Real Consejo de Aragón, el M. R. P. Fr. Bartolomé de Anento, natural de Aragón, Religioso de la Orden de Nuestra Sra. de la Merced Calzada y Lector de Theologia. Dedícalo al Excmo. Sr. Christóbal Crespi de Valdaura (Madrid, D. Hidalgo, 1668) 2 h. + 22 fols. De texto, 21 cm. Oración panegírica sagrada que dixo en la real Capilla de San Jerónimo a la mayor Universidad del mundo, día de la gloriosísima mártir, prudentísima Virgen y sapientísima doctora Santa Catalina, en la Posesión de Señor Rector que tomó el nobilísimo señor don Gaspar Marqués de Bracamonte y Montalvo, caballero de la Orden de Calatrava, el P. M. Fr. Bartolomé Anento, Catedrático de Eloquencia de dicha Universidad de Salamanca y Lector de Teología del Colegio de la Vera Cruz del Real Orden de Ntra. Señora de la Merced, Redención de cautivos. Sácala a la luz Joseph Gonzalo Enríquez de Noreña, Bibliotecario de la Universidad y la consagra al Excmo. Sr. D. Gaspar de Bracamonte y Guzmán, Conde Peñaranda, Gobernador de España, Presidente de Indias, etc. (Salamanca, Melchor Estévez, 1670) 6 h. + 38 pp. De texto en 4º. Otros sermones famosos, que ignoramos si han sido impresos menciona, el padre Neyla: En la cartuja de Aula Dei de Zaragoza en la fiesta de San Bruno. Fue a petición de don Juan de Austria, virrey de Aragón. En el año 1677 los Duques de Alba llegan a Alba para celebrar la traslación del cuerpo de santa Teresa de Jesús << de quien fue singular y tierno devoto el Maestro Anento >>. Era un octavario de predicadores diferentes y famosos. Ante la enfermedad de uno de ellos el Duque de Alba llama al padre Anento que estaba en Alba. << Fue su desempeño tal que desde entonces hubo de firmar pacto de estrecha amistad con el Duque, la que conservó su Excelencia y todos sus hijos con raras demostraciones >>. Vita Sancti Petri Paschasii, Episcopi et Martyris et Doctoris praeclarissimi, regalis Ordinis Beatae Mariae de Mercede (Madrid, B. Villadiego, 1672, 1676, 2º ed.). La segunda impresión se antepuso a la edición de las Opera de san Pedro Pascual (Madrid 1676), siendo general de la Orden fray Pedro Salazar. Tratado de elocuencia, Tractatus de angelis (el padre Harda guardaba el manuscrito) y Poesías varias. Aprobaciones y censuras a otros autores Fray Payo Enríquez de Ribera, agustino, arzobispo de México, Tratado en que se defienden nueve proposiciones en quienes la V. María Ana de la Cruz, religiosa del convento de Santa Clara de Montilla dexó propuestas las gracias que dixo conceder Nuestro Señor a unas cruces (México, Viuda de Calderón, 1679). Academia que se celebró en la Universidad de Salamanca en tres de enero de 1672. En casa del Sr. D. Luis Losada y Rivadeneyra, su Rector y Caballero del hábito de Santiago, siendo presidente D. Gaspar de Medina Ordóñez; Secretario D. Manuel de Sousa Moreyra; Fiscal D. Antonio de Villafañe (Salamanca, Melchor Estévez, s. Año, por 1671). Fray Isidro de San Juan, mercedario descalzo, Triunfo evangélico de Christo y sus santos en varios pregones panegíricos (Madrid, 1672).
Hemos visto algunos de los aspectos de la vida intelectual de un mercedario aragonés. El padre Anento fue un famoso predicador, gran poeta, profesor de Teología en la Vera Cruz de Salamanca, lector de Artes en el colegio de Toledo y en la Universidad de Salamanca. Su provincia le honró con los grados de maestro y era presentado con el oficio de definidor general. Por esta razón pudo asistir a algunos Capítulos Provinciales y Generales. Neyla señala que fue un milagro de la naturaleza, el fénix de nuestro siglo. Tuvo especial don de gentes y su parecer era muy apreciado en la Universidad y en la religión. De España y de Indias venía mucha gente a verle y consultarle. Pero todos sus estudios, encargos y ocupaciones le dejaban tiempo para la ocupación más preciosa que es el trato interior con Dios. De su frecuencia y fervorosa oración se derivaba su rara modestia, su puntual observancia, su rigurosa penitencia, su celo por las almas, su compasión y gran caridad. Veneraba a santa Teresa con gran devoción e iba muchas veces a Alba de Tormes a visitar su cuerpo. << Una de ellas mereció verle, apareciéndosele con amoroso semblante en el precioso corazón de la misma Santa que estaba adorando. Pidióle el padre Anento alcanzara del Señor aquello que más convenía a su alma, y entendiendo que era el parecer por Dios, se volvió a Salamanca prevenido para esperar algún trabajo. No tardó mucho, pues luego le sobrevino una recia enfermedad en que tuvo bien que sacrificar a Dios. Llevóla con admirable resignación y paciencia y desde entonces se conocieron nuevos quilates de virtud en sus operaciones.>> A sus 33 años, por el mes de septiembre de 1679, le asalta la última enfermedad. El padre José González, más tarde obispo de Ciudad Rodrigo y de Plasencia, lo ayuda a prepararse administrándole los últimos sacramentos. Muere el 24 de septiembre de dicho año y << expiró con rara quietud como quien queda dormido>>. Fue grande el sentimiento del colegio de la Vera Cruz y de toda España. Muchos no podían contener las lágrimas en su entierro, que fue con asistencia de toda la Universidad y en tales honras predicó el catedrático dominicano mercedario fray Jerónimo de Matama.
La línea ferroviaria que une Aragón con la Comunidad Valenciana tiene su origen en la estación de Calatayud-Jiloca. Atraviesa varias localidades importantes como Daroca, Villanueva de Jiloca, Calamocha, Teruel, Segorbe o Sagunto entre otras muchas para terminar en la estación de Valencia-Alameda. Calatayud contó con tres estaciones: Calatayud-Jalón, la única conservada actualmente; además de las de Calatayud-Ribota y Calatayud-Jiloca. Desde Calatayud hasta Teruel su perfil es suave y allanado mientras remonta el curso del río Jiloca. La zona más escabrosa es la comprendida entre Villafeliche, Murero y Manchones, de unos 3 Km. de longitud, donde existen 4 túneles. Además, a lo largo del recorrido podremos encontrar varios puentes sobre el Jiloca, el más destacable se encuentra en la cercanías de Luco de Jiloca. Este puente de hierro forjado unido con remaches es de enorme y singular belleza. Entre Teruel y El Puerto de Escandón, el perfil se vuelve mucho más duro y agreste. Desde el Puerto de Escandón hasta Segorbe, previamente se había inaugurado el tramo Segorbe-Sagunto en 1898, la línea se inauguró el 7 de agosto de 1901. El tramo Sagunto-Anfiteatro Valencia-Alameda fue inaugurado el 25 de febrero de 1902, quedando concluidos los 300 Km. que separan las estaciones de Calatayud-Jiloca de Valencia-Alameda. Por cuestiones económicas, la compañía belga propietaria cedió la línea a la compañía NORTE, aunque sólo con autonomía propia a partir del año 1935. Se incorpora a RENFE en 1941. Entre 1985 y 1987 fueron desmantelados los tramos desde la estación de Calatayud-Jiloca, para permitir la construcción del tramo Ateca-Calatayud, perteneciente a la línea Madrid-Barcelona. La razón fue la falta de espacio, el puente de hormigón que se construyó sobre el río Jiloca es sólo para tres vías: la doble de Madrid y la única de Valencia. Las instalaciones de la estación de Calatayud-Jiloca que permanecían en la ciudad bilbilitana desaparecieron con la llegada del AVE de Barcelona. Hacia finales de los años 80 y principios de los 90 se desmanteló el tramo Luco de Jiloca-Calamocha para utilizar los carriles en el ramal Caminreal-Zaragoza. Este tramo había sido renovado en la década de los 60 ó 70. El tramo Cabañal-Puzol, por Masamagrell, fue desmantelado a partir de 1985, si bien había quedado sin servicio desde 1971. Esto se debió a la unificación de las líneas norte y central de Aragón, y con motivo del cierre de la estación de Valencia-Alameda el 25 de mayo de 1968. Para la ocasión se organizó un viaje de despedida para ese tramo el 3 de agosto de 1984. La última circulación entre Caminreal y Calatayud fue el automotor 590-162 el 15 diciembre 1984, este automotor iba recorriendo la línea, rescatando para el museo del ferrocarril todo lo susceptible de conservarse.
Villanueva de Jiloca se encuentra dentro de los límites de la provincia de Zaragoza pero dista solamente 500 metros de la provincia de Teruel, resultando ser uno de los puntos de encuentro de las sendas que unen ambas provincias.
El GR 24 es un sendero que lleva a caminar por las estribaciones del Sistema Central Ibérico en Teruel y Zaragoza. Su recorrido permite conocer parajes de gran singularidad, como la laguna de Gallocanta, uno de los humedales más importantes de Europa, o los cañones de las Hoces del río Piedra y la Paramera de Blancas, que forma parte del inventario de Áreas Importantes para Aves en Europa.
El GR 66 (Sendero Castellano-manchego), que atraviesa la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, se une con el GR 24 en el límite provincial entre Guadalajara y Zaragoza. Además, el GR 24 es un recorrido por las serranías ibéricas aragonesas a modo de prolongación del GR 90, con el que enlaza en Daroca. Asciende hasta la Laguna de Gallocanta y, tras atravesar las elevadas parameras turolenses de Blancas, se une al GR 10 Senderos de Albarracín y Javalambre a la altura de Peracense.
Uno de los mayores atractivos de este sendero es la ya mencionada Laguna de Gallocanta. Esta laguna de aguas salobres es uno de los humedales más importantes de Europa. Además de las especies autóctonas y la presencia de gran cantidad de endemismos, este peculiar ecosistema es resaltable por la nutrida presencia de aves migratorias. Por ello, la época más recomendable para recorrerla son los meses de noviembre a febrero, meses en los que para las grullas y otras aves migratorias la laguna constituye un importante lugar de paso e invernada.
En las cercanías de la laguna está la localidad de Bello, lugar donde se ubica un Centro de Interpretación y desde allí puede tomarse un sendero circular de la Laguna de Gallocanta y los lagunazos.
Las Hoces del río Piedra constituyen otro de los ecosistemas más peculiares y mejor conservados de la zona. Al abrigo de sus profundos escarpes rocosos ha crecido una flora y fauna de especial interés, destacando una importante colonia de buitre leonado. En una parte de las hoces que no afecta para nada el hábitat de ésta u otras especies rupícolas, los amantes de la escalada pueden practicar este deporte en la escuela habilitada al efecto, que cuenta con numerosas vías y distintos niveles de dificultad.
Por su parte la Paramera de Blancas, declarada Área Importante para las Aves Europeas, alberga numerosas especies propias de las estepas asiáticas y norteafricanas, entre las que destaca la alondra de Dupont, que en este espacio alcanza una de las mayores poblaciones de Europa. De los bosques que originariamente poblaron estas tierras nos quedan algunos ejemplos aislados como las monumentales y milenarias Sabina de Blancas y Carrasca de Peracense.
Estas tierras pobladas desde antiguo (interesantes yacimientos arqueológicos como el celtibérico recinto fortificado de Berrueco) alcanzaron su máximo explendor histórico durante la Edad Media, época en la que como tierras fronterizas tuvieron que hacer frente a numerosos enfrentamientos bélicos, primero entre árabes y cristianos y posteriormente entre aragoneses y castellanos. Buena prueba de ello son los numerosos castillos y fortificaciones que jalonan estos recorridos, destacando por encima de todos ellos Daroca y Peracense. La primera, una de las primeras ciudades españolas declaradas Conjunto Histórico-Artístico, encierra entre sus cerca de ocho km. de perímetro amurallado hermosas iglesias y casas señoriales. Por su parte, el Castillo de Peracense es una impresionante fortaleza fundida en un paisaje de curiosas formaciones rocosas todavía más sugerente si cabe.
Planteada su señalización en tres fases, el GR 90 es un sendero que recorre las sierras del Sistema Ibérico Aragonés, describiendo un gran arco desde el Moncayo hasta el Bajo Aragón. Actualmente se encuentran ya señalizadas las dos primeras fases, permitiendo el GR 90 un bello y largo recorrido entre Tarazona (en cuyas proximidades conecta con el GR 93 riojano y el GR 13 navarro), Badules y Daroca, donde enlaza con el GR 24 Senderos de Calatayud, Daroca y Gallocanta.
El primer tramo del sendero discurre por las tierras del Moncayo, cuya cima de 2.316 m., constituye la máxima altura del Sistema Ibérico. Debido a su enorme riqueza ecológica y medioambiental, una parte del Macizo del Moncayo fue declarado Parque Natural del Moncayo. Una vez cruzado el cordal de este macizo, ya en la otra vertiente, se llega al Valle del Isuela, el cual recorreremos hasta Morata de Jalón.
Las diferentes sierras del Sistema Ibérico Zaragozano (Algairén, Vicort, la Virgen) y las extensas planicies de Campo Romanos son recorridas por la segunda fase de este sendero. Amplios panoramas, frondosos bosques de encinas, pinos, robles y alcornoques, y numerosos pueblos que mantienen todavía las formas tradicionales de vida en estas comarcas, sorprenderán a cualquiera que se anime a caminar por estos lugares.
Tarazona, Calatayud y Daroca, declarados Conjuntos Histórico-Artísticos encierran en sus calles de fisonomía medieval numerosas iglesias, edificios y monumentos de diferentes épocas.